Año 1957. En Ciudad Real, Marcos Redondo, cuando iba a retirarse
definitivamente de la escena lírica, recibió dos preciadas
condecoraciones: la "Cruz de Isabel la Católica", que le fue concedida
por su labor hispánica en América, a petición del Ayuntamiento de la
capital manchega, y la "Rosa del Azafrán de oro", creada por la
Asociación de la Prensa de Ciudad Real. Esta rosa, además de simbolizar
La Mancha de sus amores y la nobleza del buen sembrador, de hombría de
bien que fue Marcos Redondo, perpetúa el recuerdo de la zarzuela que le hizo famoso.
Marcos Redondo volvió a cantar en la Catedral ante la Patrona, la Virgen del Prado, ante la que cantó de niño sus primeras notas. Entonó el "Ave María" y el "Benedictus" durante la solemne misa de pontifical, y luego, al paso de la procesión por las calles, interpretó bellas plegarias.
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Entrega de la Rosa del Azafrán |
En el salón de actos del Ayuntamiento recibió la "Cruz de Isabel la Católica" de manos del gobernador cívil interino, y de las del obispo prior de las Órdenes Militares, la "Rosa del Azafrán de oro". Primero habló el alcaide de Pozoblanco, su pueblo natal, que llevó un abrazo de la ciudad cordobesa para la capital de La Mancha, que le hizo cantante. Luego, el representante del Ayuntamiento de Albacete, otra capital manchega en la que el barítono tenía muchos lazos de verdadera amistad, ofreció un ramo de flores a sus hijas. Y tras las palabras del delegado provincial de Información y Turismo, que ofrecía el homenaje, Marcos Redondo pronunció unas palabras de emocionado agradecimiento.
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